( Opinión personal basada en el libro escrito por Carlos Reyero del libro: Escultura, Museo y Estado en la España del siglo XIX. Alicante, Fundación Eduardo Capa, 2002).
LA
CONTEMPLACIÓN DEL CUERPO COMO DISFRUTE ESTÉTICO
Sí. Reconozco que
dentro de mi concepción de canon ideal de belleza hay un hueco para
la perfección de las formas de la figura humana con todo lo que este
hecho conlleva: proporción, armonía, pulcritud...pero la perfección
termina cansando.
¿Y la belleza de
lo grotesco o del mundo de los monstruos?
Calzándome los
zapatos de un escultor del siglo XIX comprendo que al realizar su
obra estuvieran "condicionados" a una seríe de factores
aprovechando el valor intrínseco que la escultura representaba para
una época tan necesitada (en mi opinión) de nuevos héroes.
"El placer de
contemplar un canon ideal de belleza corporal", "la
encarnación de valores cívicos" y "su personal
contribución a la exaltación del prestigio nacional" son los
aspectos principales en el que se basa el autor del texto para
justificar a la crítica española del siglo XIX en su insistencia en
torno a las exposiciones y coleccionismos de esculturas.
Por otro lado, me
resulta interesante la relación que existe entre
escultura-desnudo-perfección. ¿No había cabida para esculpir un
cuerpo descarnado por el paso del tiempo e "imperfecto"? Es
curioso como se forman en nuestras psiques ese mecanismo complejo
de concepción de belleza.
Igual de interesante
es observar y admitir la huella clásica de griegos y romanos en
cuanto a su concepción de lo bello y ver como esa idea de perfección
se rompe drásticamente con la llegada de las nuevas corrientes
artísticas que seguro que hicieron estremecerse a más de uno.
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