jueves, 31 de enero de 2013


( Opinión personal basada en el libro escrito por Carlos Reyero  del libro: Escultura, Museo y Estado en la España del siglo XIX. Alicante, Fundación Eduardo Capa, 2002).


LA CONTEMPLACIÓN DEL CUERPO COMO DISFRUTE ESTÉTICO

   Sí. Reconozco que dentro de mi concepción de canon ideal de belleza hay un hueco para la perfección de las formas de la figura humana con todo lo que este hecho conlleva: proporción, armonía, pulcritud...pero la perfección termina cansando.

   ¿Y la belleza de lo grotesco o del mundo de los monstruos?

   Calzándome los zapatos de un escultor del siglo XIX comprendo que al realizar su obra estuvieran "condicionados" a una seríe de factores aprovechando el valor intrínseco que la escultura representaba para una época tan necesitada (en mi opinión) de nuevos héroes.

   "El placer de contemplar un canon ideal de belleza corporal", "la encarnación de valores cívicos" y "su personal contribución a la exaltación del prestigio nacional" son los aspectos principales en el que se basa el autor del texto para justificar a la crítica española del siglo XIX en su insistencia en torno a las exposiciones y coleccionismos de esculturas.

   Por otro lado, me resulta interesante la relación que existe entre escultura-desnudo-perfección. ¿No había cabida para esculpir un cuerpo descarnado por el paso del tiempo e "imperfecto"? Es curioso como se forman en nuestras psiques ese mecanismo complejo de concepción de belleza.
Igual de interesante es observar y admitir la huella clásica de griegos y romanos en cuanto a su concepción de lo bello y ver como esa idea de perfección se rompe drásticamente con la llegada de las nuevas corrientes artísticas que seguro que hicieron estremecerse a más de uno.


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