lunes, 26 de agosto de 2013

Una de romanos (I)

Y vestirte de joven romana con los colores de la diosa Aurora...experiencia de estar trabajando junto a personas maravillosas. Actividades muy especial  el próximo  mes de septiembre en el MNAR. Próximamente iré contando.

Yo (no puedo enseñar más...¡sorpresa!) vestida de joven
dómina romana

   Y hasta aquí puedo escribir :)

"Hagamos valerosamente lo feo"



   "La obra de arte no debe ser la belleza en sí misma porque la belleza ha muerto; ni alegre ni triste, ni clara ni oscura, no debe divertir ni maltratar a las personas individuales sirviéndoles pastiches de santas aureolas o los sudores de una carrera en arco a través de las atmósferas. Una obra de arte nunca es bella por decreto, objetivamente y para todos (...)
   Nosotros dsegarramos como un furioso viento la ropa de las nubes y de las plegarias y preparamos el gran espectáculo del desastre, el incendio, la descomposición (...)
   Yo proclamo la oposición de todas las facultades cósmicas a tal blenorragia del pútrido sol salido de las fábricas del pensamiento filosófico, y proclamo la lucha encarnizada con todos los medios del ASCO DADAÍSTA (...) Libertad: DADA, DADA, DADA, aullido de colores encrespados, encuentro de todos los contrarios y de todas las contradicciones, de todo motivo grotesco, de toda incoherencia: LA VIDA"


Fragmento  de DADA, manifiesto dadaísta (1918) de Tristan Tzara.

martes, 20 de agosto de 2013

Breve reseña sobre el retrato de Augusto del MNAR

 




   Se trata de un retrato oficial del emperador Augusto hallada en el Aula Sacra del teatro romano de Mérida y datada del siglo I d.C. Realizada en mármol de Carrara, se presenta a Augusto (por el detalle del velo) como Sumo Pontífice siguiendo el modelo conocido como "Augusto de Vía Labicana", que hoy en día se encuentra en el Museo Nacional Romano del Palazzo Máximo de Roma.


   Para más info: http://museoarteromano.mcu.es/

domingo, 18 de agosto de 2013

Prácticas voluntarias en el MNAR (I) . Verano 2013

   Parte de mis prácticas voluntarias en el departamento de Educación y Acción Cultural del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (MNAR), ha consistido en participar en la organización y desarrollo en la campaña de talleres de verano que en esta ocasión, ha girado en torno al mundo de los mosaicos. Un centenar de niños y niñas (entre 8- 13 años) participaron en estos talleres con mucha ilusión y esfuerzo ¡convirtiéndose en grandes mosaístas!                                                                                    
    Desde estas líneas, agradecer a los maestros expertos en esta antiguo arte: Sara G. y Álex C. por su buen hacer y entusiasmo.

http://www.museoromano.com/actividades/taller-de-verano-2013/index.html

miércoles, 14 de agosto de 2013

De Mario Benedetti "La gente que me gusta"

   Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad. Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de nuestro padre Dios.

   Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.

  Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto.

   Me gusta la gente que posee sentido de la justicia.

A estos los llamo mis amigos.

   Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor. La gente que nunca deja de ser aniñada.

   Me gusta la gente que con su energía, contagia.

   Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.

   Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.

   Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.

La gente que lucha contra adversidades.

   Me gusta la gente que busca soluciones.

   Me gusta la gente que piensa y medita internamente. La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni cómo lucen. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.

   Me gusta la gente que tiene personalidad.

   Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.

   La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños, el arrepentimiento y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE.

   Con gente como ésa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí, me doy por bien retribuido.

sábado, 3 de agosto de 2013




   (...)  la flor es traicionada por la fragilidad de su corola: de modo que lejos de responder a las exigencias de las ideas humanas, es el signo de su fracaso. En efecto, tras un período de esplendor muy corto, la maravillosa corola se pudre impúdicamente al sol, convirtiéndose así para la planta en una escandalosa deshonra. Extraída de la pestilencia del estiércol, aunque haya parecido escapar de allí en un impulso de pureza angelical y lírica, la flor parece bruscamente retornar a su basura primitiva: la más ideal es rápidamente reducida a un andrajo de inmundicia aérea. Porque las flores no envejecen honestamente como las hojas, que no pierden nada de su belleza aun después de que han muerto: se marchitan como viejas remilgadas y demasiado maquilladas y revientan ridículamente sobre los tallos que parecían llevarlas a las nubes.
   Es imposible exagerar las oposiciones tragicómicas que se destacan a lo largo de ese drama de la muerte indefinidamente representado entre tierra y cielo, y es evidente que sólo podemos parafrasear ese duelo irrisorio introduciendo, no tanto como una frase sino más exactamente como una mancha de tinta, esta empalagosa banalidad: que el amor tiene el aroma de la muerte...


Fragmento de la obra de G. Bataille "El lenguaje de las flores".